La lección de Jesús sobre los milagros: compartir la gloria de Dios.

En los Evangelios, hay un pasaje donde los apóstoles relatan a Jesús los milagros que realizaron y cómo se encontraron con otros que realizaban los mismos milagros e intentaron detenerlos. La respuesta de Jesús es astuta: les aconseja no obstaculizar a estas otras personas en el ejercicio de sus dones milagrosos, pues todo esto se hace para la gloria de Dios.

Esta lección es profunda y sigue vigente incluso en nuestros tiempos. Nos recuerda que los milagros y las obras de gracia no deben reservarse para unos pocos. Más bien, son una demostración del poder y la benevolencia de Dios, y todos deben tener la libertad de manifestarlos. Esta narrativa también nos invita a adoptar una actitud de aceptación y tolerancia hacia quienes tienen experiencias espirituales diferentes a las nuestras. En lugar de criticarlos o predisponerlos al fracaso, es mejor ofrecerles apoyo y reconocer que cada individuo puede ser un vehículo para la voluntad superior.

En resumen, Jesús inculcó en sus discípulos valores como la generosidad, la humildad y la apertura mental. Sigamos su ejemplo y dejemos que la luz divina brille a través de cada uno de nosotros, independientemente de nuestro camino espiritual.